24 de junio de 2011

La Guerra del Eón


La Tierra, año 2085. Una suave melodía te despierta, entreabres los ojos y solo ves oscuridad, a tientas consigues dar con tu PCPU, aclaras el tintado de las ventanas y ves que ya es de día, un día nublado en la arcología de Baltimore. ¿Pero qué día es hoy? Te sientes confuso, extrañamente feliz pero desubicado, un ruido en la cocina te saca de tu ensimismamiento. Retiras las sabanas de seda con una extraña sensación, te las quedas mirando como si para ti todas estas comodidades formaran parte del pasado, ¿qué está pasando? Solo llevas puesta la ropa interior, te diriges a la cocina sigilosamente. Allí ves a tu mujer, de espaldas, preparando el desayuno, te relajas durante un segundo pero enseguida vuelves a tensionarte, ¿por qué te parece todo tan extraño? Cuando tu mujer se gira te das cuenta de lo que está pasando, su rostro no es el que recuerdas, de hecho no es ni siquiera un rostro humano, un pelaje oscuro de un color indefinido cubre sus facciones, destacan dos ojos rojos inyectados en sangre y unos colmillos entre los que aún pueden verse jirones de carne colgando. Cuando te ve su retorcida hilera de dientes parece formar una sonrisa, la criatura levanta uno de sus brazos y entre sus largas garras puedes ver los restos de tu hija cubiertos de sangre. Intentas apartar la vista pero no puedes, tu corazón está a punto de desbordarse cuando una tremenda explosión te despierta.

Estás sudoroso y confuso, te incorporas rápidamente y ves a gran parte de tu compañía gritando y dirigiéndose fuera del pabellón, hay humo por todas partes, una de las paredes ha estallado en mil pedazos y hay cascotes y restos cubriendo gran parte de la estancia. Fuera puedes ver que se ha desatado el caos, dos grandes mechas disparan sus misiles para intentar detener el avance de una nave de asalto Migou. Todo vuelve a ti como un torbellino, el dolor en tus caderas te indica claramente que no estás totalmente recuperado de los últimos implantes, pero tener piernas nuevas debería ser una ayuda no un estorbo, te incorporas de un salto, coges tu fusil de asalto HKS-192 y sigues a tus compañeros, no hay tiempo para dudas, no puedes permitirte el lujo de vacilar, estás en la Guerra del Eón.

Tristan Oberon, 2011 (CthulhuTech)

3 comentarios:

Entropía dijo...

¿Y las tetas? ¡Faltan tetas! XDD

Misne dijo...

Vaya, yo que iba a decirle que había conseguido que CT pareciera algo serio y literariamente interesante ;-P
Queremos más relatos, Ned :-D

Tristan Oberon dijo...

¿Tetas? Yo solo pierdo la compostura en webs ajenas :P gracias!!! :D